14 de julio de 2010

HISTORIAS PARALELAS I



BUENOS AIRES 1978
PROCESO DE REORGANIZACION NACIONAL
22.000 DESAPARECIDOS














MADRID 2010
LEY DE SALUD REPRODUCTIVA (LEY AIDO)
106.000 ABORTOS









GAVION

5 de julio de 2010

GEOGRAFIA TANGUERA XXXIII- El Faro, el Tango y la Libertad



Llevo más de diez años como adicto, y afortunadamente asiduo, a la Reina del Plata. Buenos Aires no está, pese a lo que los porteños crean, entre las ciudades más bonitas del mundo (y a fe que por mi trabajo conozco muchas). No está entre las más limpias ni cuidadas, tampoco entre las más cómodas para el visitante ni entre las que tiene mejores hoteles ni mejor calidad de vida... Sin embargo posee el atractivo especial de estar entre las que más vida artística, cultural y musical tienen, de disponer de una red de cafés envidiablemente atractivos y de ser la cuna de algo indisolublemente unido a estos establecimientos: EL TANGO. Algo tan maravilloso que es capaz de resistir incluso la agresión de ser nombrado por los memos de la UNESCO como Património Intangible de la Humanidad.
En este tiempo he compartido con los lugareños las tropelías de Menem, de De la Rúa, de Dualde o de l@s Kirschner (Kirschner ella y Kirschner él) y ninguno, pese a sus esfuerzos, ha conseguido acabar con este sentimiento, en este caso justificado, de orgullo cultural. Aún recuerdo con emoción, y no es sólo una figura literaria, hacer cola durante el primer año del corralito para ir a ver el espectáculo TANGUERA detrás de dos ancianitas que comentaban entre ellas lo que habían tenido que vender (no sé, el gato de porcelana, ya a su edad ¿para qué?) para poder pagar la entrada del ODEON. “Y a ver si nos sobra para ir mañana al Luna a verlo al Cacho Castaña”.
A esa fuerza no la para nadie. Por eso no dudo que la vida seguirá también en EL FARO, por mucho que los políticos, octava plaga bíblica, se empeñen en convertir el Tango en algo sin alma, en el pastiche del Tortoni o en las tanguerías para japoneses de a 300 dólares la entrada con caballo de gaucho incluido, dos valses, una milonga y “Caminito” para llenar el dia y medio que pasan en Bs As de camino al Perito o a Iguazú.

He paseado mucho por Buenos Aires, por casi todos sus barrios y a casi todas las horas. Por barrios aconsejables y por otros muy poco aconsejables para hacerlo. Y nunca, ni a mí ni a nadie, oí quejarse de las notas que pudieran escaparse através de las vidrieras del Richmond, del Bar Oviedo, de La Perla, del Argos o del Bar de la U. Tampoco del Cao, del Nostalgia ni del Vesubio, ni, por supuesto, tampoco de EL FARO. He trasnochado por algunas calles donde ver una ochava iluminada e intuir el rasgueo de una guitarra o el rezongo de un fuelle te hacía olvidar la oscuridad, la basura, la miseria e incluso el miedo que respirabas. Después de atravesar monstruosos “kingkonescos viaductos”, aceras levantadas donde los pibes cartoneros jugaban al fútbol de madrugada con una pelota hecha de bolsas de plástico mientras esperan el camión que se los llevará mezclados con la basura, sucios edificios abandonados por una crisis crónica, después de ser agredido por bondis que dejan su reguero de fuel y decibelios... llegabas a “lo del Chino”, o a la trasera del C.C.Sur desde Barracas o a otros muchos lugares desconocidos y veías el retrato de Gardel sonriendo, manteniendo el tipo en medio de una ciudad que se desangra.
Pues bien, al parecer, lo que ahora molesta, lo que chirria, lo que contamina no es que desde hace décadas cada administración haga buena a la anterior, no es que los chicos de diez años estén de madrugada en la calle en vez de estar velando “sus delantales de aprender”, no es que los hierros al aire de esos viaductos eternamente inconclusos se oxiden dando a la ciudad aspecto de Mad Max, no es que en el subte no puedas hablar con tu compañero de asiento por el ruido de unos vagones con más años y menos cuidados que la confiteria EL MOLINO. No, no, lo que molesta, lo que hay que prohibir, lo que va en contra del bien común es que un grupo de gente, de barrio, de tango, se reunan en un local para olvidar las desgracias que les ha tocado vivir coreando a Manzi, a Cadícamo, a Expósito, a Blázquez o a Canet. Eso siempre y cuando los colectivos que por allí pasan no ahoguen la voz del cantor. Ni aunque los que cantaran fueran los mismísimos IRON MAIDEN harían más ruido que los autobuses que mantiene en servicio el mismo que quiere apagar EL FARO. Ni eso nos dejan, ni disfrutar en compañía la tristeza, la asunción de la fatalidad que ellos mismos nos provocan.

Vamos de cabeza hacia la cultura aséptica,oficial, de celofán, que no huela, que no se note, que no transpase, que no nos emocione. Todo por nuestro bien. Me recuerda a un irónico cuento de Angel Palomino en el que no se puede conceder al condenado a muerte su último deseo, fumarse un cigarrillo, porque eso era malo para su salud. En un país con una fractura abierta en la cabeza se quiere curar con penicilina las rozaduras de los zapatos. Después se fotografían compungidos delante de la negra mortaja de Juárez.
Perdonad amigos, perdona Cucuza, perdón Hugo si me he mostrado algo agrio, pero a mí estas cosas “me ponen los huevos al plato”.
GAVION.