Con un poco de suerte, después de leer (o de que le lean) esta entrada colmada de tangos muy poco paritarios, manda a la clandestinidad a todos aquellos que tengamos una discografía con más del 60% de música compuesta o cantada por hombres. Podremos decir, entonces y con orgullo, que estamos en el lado oscuro de la ley. Ya es mucho más que ella, que solo está en el lado sucio. ¡Qué pena que entre estas paicas que pueblan historias tangueras no se encontrara nuestra amiga Bibí.!
Enrique P.Maroni nació en 1887 y fue un hombre de teatro, escritor de sainetes y locutor de radio en un país que borda esta faceta. Escribió más de 100 tangos, de los que Gardel le grabó casi una veintena. En 1924, junto a Contursi, compuso la letra de La Comparsita (“si supieras que aún dentro de mi alma...) que fue el origen de uno de los pleitos más largos y dolorosos de la galaxia tanguera, resuelto cuando ya casi todos sus actores estaban muertos, y eso que aún no frecuentaba Garzón esas tierras australes. En 1929 escribe una divertidísima milonga llamada TORTAZOS. En ella un tipo se topa con un antiguo amor y le recrimina, con términos algo desconsiderados, su actitud arribista.
“Te conquistaron con plata
y al trote viniste al centro...”
De estafadora:
“M´ijita, me causa gracia
tu nuevo estado civil,
si será gil ese gil
que creyó en tu aristocracia...”
Y acaba con una amenaza más que merecida:
“no te rompo de un tortazo
por no pegarte en la calle”
Dentro de la extensa lista de poetas uruguayos, muy dados a las milongas y a los tangos camperos, se encuentra Francisco Brancatti. En 1930 escribe el tema CONTRAMARCA, también grabado por Gardel. El protagonista es uno de esos tipos duros que lloran sus penas de amor traicionado tragando a partes iguales saliva y ginebra y que pueblan la tradición gauchesca. El tipo se encuentra delante de su mina que pretende volver a su lado no se sabe desde dónde, aunque se intuye, la muy fresca.
Bien merecido tiene su castigo:
“Y esa flor que mi cuchillo
te marcó, bien merecida
la llevarás luciendo en el carrillo
para que nunca en la vida
olvides tu traición.”
Esa traición que hace que la yegua en cuestión pase a pertenecer a otra cuadra:
“no me vengas a enredar,
tenés contramarca,
sos ajena a este corral”
Así pues, aléjate de aquí, que vienen palabras mayores:
“De juro te lo digo
que al lao del tigre
es fácil que peligren
las zorras como vos”
En fin, elegante a la vez que irrefutable.
Aún puede ser peor a tenor de lo que le pasó a la “china” de Alerto Arenas, otro gaucho que no se quedó en amenazas. Julio Navarrine es otro de esos poetas que pululan por el cielo del criollismo gauchesco, lo que se dio por llamar el “tradicionalismo”. Junto con su hermano Alberto formó un curioso conjunto llamado “Los de la raza” que por las fotos de las que dispongo era una mezcla de coros y danzas con habitantes de los falansterios pampeños. En los años 20 viajaron por toda Europa y tuvieron gran éxito en Madrid y Barcelona. ¡Qué tiempos, señores, qué tiempos!. En 1927 escribe el tango A LA LUZ DE UN CANDIL, donde el personaje principal, Alberto Arenas, hace justicia. El tipo encuentra a su “china” encamada con su (de él) mejor amigo. No ve de recibo que su china cruel le basurée con el sotreta de su amigo, así es que los dos cuerpos se convierten en vainas para su facón y se presenta ante el juez seguro de su complicidad:
“las pruebas de la infamia
las traigo en la maleta,
las trenzas de mi china
y el corazón de él”
En fin, los jueces de mármol deben comprender, y aplaudir, que a veces la vida te obliga matar. Esa sensibilidad la ha perdido la carrera judicial.
Edmundo Rivero es uno de los ochomiles de la cordillera del tango. Compositor y letrista, cantante de la orquesta de Troilo y también en solitario y propietario del mítico y hoy tristemente “japonizado” Viejo Almacén. Su milonga AMABLEMENTE es quizás la expresión mas clara de esa forma de ver las cosas, de esos valores en las relaciones humanas tristemente superados. La transcribo casi entera porque es digna de estudio:
“La encontró en su bulín, y en otros brazos...
Sin embargo, canchero y sin cabrearse
le dijo al gavilán:”puede rajarse,
el hombre no es culpable en estos casos.
Y al encontrarse a solas con la mina,
pidió las zapatillas, y ya listo
le dijo cual si nada hubiera visto:
“cebame un par de mates, Catalina.”
La mina, jaboneada , le hizo caso,
y el varón, besuqueándole la frente,
con gran tranquilidad, amablemente,
le fajó treintaycuatro puñaladas.”
La justicia del guapo es implacable.
Por si estos comportamientos no estuvieran justificados, ahí va una vuelta de tuerca más. El taita enamorado mata por honor. Por el suyo y por el de su mina. Y ese comportamiento le lleva a la cárcel en muchas ocasiones. Al salir de la cana, vuelve a buscar a su china, y pasa lo que pasa si el recibimiento no es el esperado:
En 1927, el sainetero y poeta Alberto Vacarezza (también entroncado con la truppe de “los de la raza”), escribe ARACA, CORAZON. En ella construye un personaje entrañable, un tipo enamorado que a la gayola va por culpa de ella, mientras que la paica se echa a rodar por las esquinas de Buenos Aires. Cuando sale libre va en busca de ella y le perdona su traición a cambio de su vuelta, pero:
“volver no puedo, dijo la paica,
el amor mío ya se acabó”
¿para qué tantos años purgando en cana?:
“pasó una sombra, se oyó un balazo
cayó la paica, y una ambulancia
tranquilamente se la llevó”
Y otra vez a la cárcel, es la fatalidad necesaria y asumida con naturalidad.
En 1930, el pianista Enrique Delfino pone música a una letra de Alberto Ballesteros para dar forma al tango DICEN QUE DICEN. De nuevo un tipo que sale de la cárcel y encuentra su paquete ya abierto. La suerte está echada, y eso que no empieza mal del todo:
“Vení, acercate, no tengas miedo,
que tengo el puño, ya ves, anclao”
Pero la fuerza del destino es más fuerte que cualquier promesa:
“ y cuando quiso justo el destino
que la encontrara , como ahora a vos,
trenzó sus manos en el cogote
de aquella perra...como hago yo”
Todo esto de los presidiarios y de las deudas saldadas puede parecer un poco excesivo, pero pónganse ustedes en el caso del siguiente tipo. Un buen hombre se enamora y vive su pasión en un cotorro con la mina de sus sueños. Por colmarla de atenciones roba y se hace chorro. Pero un día la cana llama a su puerta y le espera la penitenciaría de Cuatrocaminos, la más dura y austral de Tierra de Fuego. ¿Y la mina, mientras tanto, qué hace?
“Pa Tierra del Fuego al punga embarcaban
a las seis en punto de una tarde fría.
A las siete, ella se apiló a otro rufa;
a las ocho, andaba con él de garufa, y
al sonar las nueve, curda se reía”
Como esta primera parte de la entrada no quiero acabarla con mal sabor de boca, con muertes, asesinatos, cárceles y demás, daré un giro de 180 grados. A veces, la traición y el abandono no acaba de forma trágica. En las mismas fechas que casi todo lo anterior, 1930, Discépolo (del que ya hemos hablado en otras entradas) compone y escribe una obra humorística menor de su producción. En Discépolo lo menor es estupendo, y lo mejor sublime, así es que VICTORIA es un tango que ya lo hubiera querido escribir cualquiera:
“¡Victoria, saraca, victoria! Pianté de la noria
¡se fue mi mujer!
Si me parece mentira después de seis años
volver a vivir,
volver a ver mis amigos,
vivir con mama otra vez.
¡Victoria, cantemos victoria!
Yo estoy en la gloria
¡se fue mi mujer!”
Pero, claro, este tipo no era un gaucho, era un fifí de anchoas por bigotitos. No es lo mismo.
Por hoy acabo. He hablado de hombres que desprecian, vilipendian, maltratan e incluso matan mujeres. Pero hay mujeres en el tango a las que les gusta que las desprecien, vilipendien, maltraten e incluso maten. De esos tangos hablaremos en la próxima entrada.
El Gardelín de oro ya acabó con todos los capítulos el afamado libro zuppero, pero repasando he visto que han quedado algunos sin contestar, y eso no es de recibo. Recuperamos los capítulos perdidos.
Veamos, incondicionales. En el capítulo XVI del libro de la propietaria del blog se puede leer el siguiente encabezamiento:
“¿Quién te iguala por tu rango
en las canyengues quebradas del tango
en las conquistas de los corazones
si se da la ocasión?”
Animo, que solo hay una segunda oportunidad, aprovechadla.
GAVION.