25 de septiembre de 2008

GEOGRAFIA TANGUERA XV- X FESTIVAL II

Pasado ya más de un mes y perdido, por tanto, su discutible interés, me propongo cumplir con mi promesa de hacer una crónica de los espectáculos que pude ver mi último viaje a Bs As respondiendo a la llamad del X Festival de Tango. Será cortito y rápido.


Después de un largo y cansado viaje, nos instalamos en las habitaciones del hotel el sábado a eso de las ocho de la tarde, noche cerrada y fría en el invierno porteño. A las ocho y media llamé al Torquato Tasso y reservé una mesa para ir a escuchar a Juanjo Domínguez. A las nueve, aún con los oídos taponados por el descenso del avión, saqué a mi acompañante de la relajante atmosfera de su habitación, ya sabías lo que te esperaba, hermana, y nos dirigimos hacia San Telmo
A Juanjo Domínguez ya lo había visto varias veces, la última aquí mismo junto a mi padre y a mi buen amigo Horacio Reinoso. En esa ocasión acompañado del bandoneón del gran Julio Pane en una tradición que enlaza con otros míticos dúos de bandoneón-guitarra como los relativamente recientes Arias-Montes, Mederos-Brizuela, el mismo Juanjo Domínguez-Barboza, Walter Ríos –Ricardo Domínguez o los más clásicos de Ciriaco Ortiz y Spina-Menéndez en los años 30, del mismo Ortiz con Del Lio en los 70 o, palabras mayores, Troilo-Grela. Aprovecho para hacer un poco de pedagogía histórica. La guitarra proporcionaba la base rítmica y armónica en los conjuntos incipientes del incipiente siglo, y es a partir de los años 20 , coincidiendo con el cambio de escenario, con la mudanza del patio al salón cuando abandona la escena orquestal. Más concretamente, y esto viene al hilo de una entrada de Malena en su blog “MALENA CANTA EL TANGO” a partir del abandono que hace del instrumento la orquesta de Pacho Maglio en los años centrales del 20 sustituyéndolo por el piano.


Bueno, que me disperso. El Torquato estaba casi lleno y el espectáculo, en un alarde de originalidad, empezó casi puntual. Así pues tuvimos que comer a oscuras ( por cierto, un tirón de orejas para la comida, que hace algún tiempo la tienen en caída libre). El espectáculo cumplió, pero como le suele pasar a Juanjo Domínguez, estuvo falto de emoción. Es tal el dominio técnico del guitarrista que le cuesta enganchar al no dejar lugar al alma , al error. Con respecto al resto del trío, le sobraban los otros dos. Le acompañaba un guitarrista que estaba de comparsa. Sólo se oían los interminables arpegios del maestro, variaciones delirantes fruto de sacar de paseo su mano por el mástil de la guitarra, que no terminaron de gustar al público. Y una cantante con menos registros que un encefalograma de la momia de Lenin. En resumidas cuentas, un espectáculo algo frío, y como decía Woody Allen, además corto.



Al finalizar el concierto, acompañé a Pipistrella al hotel y yo me acerqué a la esquina Homero Manzi, donde había un espectáculo de trasnoche con Guillermo Galvé. Durante el recorrido en taxi, el taxista nos habló de los ladrones de la política argentina, de los “chorros” que los gobernaban, de los amigos de los Kirchner, de que el robo y el timo se había establecido en los huesos de la república, que los brasileños y, sobre todo los chilenos, les estaban comiendo el terreno por ser más honrados y que de cada dos cosas que compras en Bs As una y media es “trucho”. Al día siguiente me di cuenta de que el “honrado” taxista me había colado un billete falso de 50 pesos (se de uno que estará ahora muerto de risa) y no pude por menos que reconocerle la razón.

Llegué a Homero Manzi ya empezada la función. Eramos pocos, unos 20, de los cuales cinco o seis en una misma mesa no dejaban de reirse y hablar. Por suerte a la media hora se largaron. Una pena. El espectáculo era simpático, un pianista acompañaba a Galvé y a una chica llamada Casares (a la que yo no conocía) que cantaban tanto por separado como en dúo, con diálogos entre canciones de discusiones perejiles pero ajenas al mal gusto, y con cierta gracia. Es verdad que daba un poco de pena ver a Galvé cantando para un auditorio tan escaso, pero dejando de un lado el pastiche de Casares vestida de Evita, tan blanca e iluminada, cantando “no llores por mí, Argentina”, no estuvo mal. Incluso hubo momentos estupendos, como la interpretación que nos regaló Guillermo del tema “la última” de Camilloni y Blanco.

En una mesa próxima me pareció ver a Adriana Varela, y en eso estaba yo cuando Casares saludó a la pareja como compañeros. Sin embargo no lo era, aunque yo sigua dudándolo. El saludo iba dirigido al hombre, que no me sonaba de nada, hasta que habló de su obra más conocida: la zamba “mujer y amiga”. ¡Hombre, Robustiano Figueroa! Para quien no conozca a este folclorista, lo que no le condena al infierno, diré que es el hermano del famoso Hernán Figueroa Reyes, también conocido como “el cantor enamorado”, muerto en los años 70 en un accidente de circulación en la cresta de su popularidad, como si fuera un Sosa cualquiera.
Al acabar el espectáculo, me acerqué, me presenté y me quedé charlando con ellos mientras dábamos buena cuenta de una botella de semillón. En eso llegó Galvé y se unió a nosotros durante un ratito. Aproveché para comentarle que sólo le había visto en directo en una ocasión, y fue en 2003, en el auditorio de la 2X4, en un concierto del que aún recuerdo su versión de “La última curda”(para mí el TANGO con mayúsculas), dentro de un proyecto que la radio 2X4 tituló “Tango en Vivo” y en el que se publicaron 5 CD´s en lo que es, a mi modo de ver junto con el proyecto del Café de los Maestros, lo mejor que se ha hecho a favor del tango como monumento cultural en los últimos tiempos. Me corrigió y me dijo que la canción que el cantaba en esa recopilación era “alma de loca” de Carazza y Font, y yo, por discutir de cosas que no debo, perdí la apuesta. Suerte que no va a venir a cobrármela. En fin, todo esto hizo que aquella fuera una velada agradable.

Decía Chico Novarro que Bs As es la única ciudad en la que se puede estacionar el corazón a cualquier hora. Yo diría, además, que es la única ciudad en la que uno puede tomar una focaccia caliente a cualquier hora. Así es que, previo paso ritual por la peña tanguera del Bar de Roberto, en Medrano, la noche acabó con una focaccia de queso calentito en la calle Corrientes. Ya saben:


“no se sueña nada ilustre
cuando el buche está vacío”


Por cierto, en la librería libertad, de la calle Corrientes, me pasó una anécdota significativamente clarificadora, que no voy a contar porque ya lo ha hecho zuppi en su última entrada.




Para acabar esta primera jornada, y respondiendo a la petición de un amigo, ahí van unos datos:
-Entrada y cena en el Torquato: 70 pesos por persona
-Entrada y botella de Malbec en Homero: 45 pesos
-Focaccia y cerveza: 30 pesos
-A esto hay que añadir los taxis, pues son lugares muy alejados entre
si, incluidos los cincuenta pesos que me clavó el taxista honrado.

En vista de que nuestro último Gardelín de Oro sigue sin ser resuelto, el de hoy será mucho más fácil. En el capítulo XII del afamado libro de la propietaria del blog, y del que ya quedan pocos ejemplares, dense prisa, se puede leer

"Alguien chaira en los rincones el rigor de la guadaña,
y anda un algo cerca´el catre olfateándome el cajón”



Esta es facilita, a ver si hay más suerte. Yo la tengo grabada por Gardel en un EP de Odeon con una portada infame del morocho vestido de gaucho. Es uno de los primeros discos de tango que tuve, heredado de mi viejo. Creo que las otras canciones que venían eran “El rosal”,”aquel tapado de armiño” y “Tomo y obligo” aunque puedo estar equivocado porque no lo encuentro por ninguna parte.

Un abrazo a mis incondicionales. GAVION.

13 de septiembre de 2008

GEOGRAFIA TANGUERA XIV- X FESTIVAL DE TANGO BUENOS AIRES

En diciembre de 1999, con la galaxia tanguera aún convulsa por la muerte de Cadícamo (vivió durante 99 años pero sólo transitó por un siglo) se produjo en Argentina el cambio de gobierno de Menem por De la Rua. Durante el recorrido del nuevo mandatario desde su residencia familiar, en la plaza de Vicente López por 9 de Julio y Av de Mayo hasta su nuevo domicilio en la Casa Rosada, miles de personas lo aclamaban creyendo ver en él el cambio de ciclo que el país necesitaba. ¡Quién podía imaginarse que diez años después muchos de ellos suspiren por el regreso del Riojano! Yo estuve allí y lo vi. Y también en esos dias descubrí la existencia de un festival aún en su estado casi embrionario , que afortunadamente pasó inadvertido para nuestra ministra Aido y sus secuaces de la comisión de sabios abortivos y ha podido hacerse mayor , y al que estoy abonado. Muchos años, demasiados según mi mujer, he estado acudiendo allí en lo que se me antojaba mi penúltimo viaje austral. En mi memoria quedan recuerdos de espectáculos imborrables por calidad o emoción, como un crepuscular Alberto Castillo en el Tasso, como Mores en el rosedal de los bosques de Palermo o como el sexteto Mayor en La Rural en un concierto del que mi padre seguro que aún se acuerda. Ha habido años mejores y peores (en 2004 pasaron dos dias hasta que se cumplió algo del programa), ha cambiado de sedes casi en cada edición y tambien de fechas (diciembre , febrero-marzo y ahora agosto), pero aunque lo intenten no han conseguido que abandone.

Así pues, vuelvo de pasar unos dias respirando dos por cuatro en el festival de este año. Y ya es la décima edición. En esta ocasión volví a ir acompañado, y eso no deja de sorprenderme. Mi partener era una pipistrela morena, moderna y moderada, o eso creía yo hasta que la vi comer,

“que es más barato que invitarle a una morfada
comprarle un traje y un tapado de visón”

pero aguantó mi ritmo con una entereza sólo quebrada en un par de ocasiones más que justificadas. Y encima aún me miente que le gustó, y la pobrecita salía de los conciertos tan mareada que no era capaz de mantener la vertical en las complicadas aceras bonaerenses.

Este año el festival ha tenido lugar del 15 al 24 de Agosto, y han tenido la felíz idea de añadir a continuación el 6ª campeonato mundial de baile, con lo cual los aficionados a este género hemos tenido más de dos semanas de actividad tanguera. El esfuerzo por parte de la organización ha sido grande y ha contado con el apoyo decidido (aunque siempre lo ha tenido , pues no hay tango fuera del paraguas del estado) de la administración, dispuesta a convertir el mes de Agosto en el mes del Tango a imagen del febrero carnavelesco de Rio. El intento es loable aunque yo crea equivocadas esas fechas tan invernales que impiden, por ejemplo, conciertos o milongas al aire libre. Aún así, mucho tendrá que trabajar el Director Gustavo Mozzi, si continúa, para sacarlo adelante. La Feria de productos lleva estancada desde hace años, las actividades paralelas son comparsas, algunas de las sedes no son nada apropiadas y la organización se ve desbordada en algunos casos por la imprevisión. Salva todo esto que la materia prima es buena y abundante, casi todas las figuras han pasado por los casi 150 espectáculos que han derretido a los aficionados.

El programa se puede consultar AQUÍ , pero es de mareo la nómina de musicantes. Sin ánimo de ser exhaustivo Leopoldo Federico, Jairo, Pablo Mainetti, Gabriel Chula Clausi, Amelita Baltar, Raúl Garello, Juan Carlos Cáceres, la Orquesta Escuela de Tango dirigida en esta ocasión por Marconi, Aníbal Arias, Fernando Suárez Paz, Juanjosé Mosalini (veinte años después)... tango de vanguardia, tango electrónico, orquestas, solistas, grupos de variadas tendencias, viejas glorias y jóvenes talentosos (alguno de ellos no tanto) hombres, mujeres y niños primero.
Con respecto a las sedes, lo mismo, esto es, para todos los gustos. La sede central eran los Almacenes Harrods de la calle Florida. Un imponente edificio que llevaba abandonado casi más tiempo que construido. Felizmente se ha recuperado, aunque sólo el primer piso, para esta ocasión. Es un local muy agradable para las clase de baile , charlas o seminarios e incluso para la feria de productos, pero no reúne las condiciones mínimas para conciertos, ni por su sonoridad ni por su visibilidad muy incomodada por innumerables columnas.

El teatro Avenida es concido como el teatro de los españoles por encontrarse en una zona donde la colonia española estableció sus negocios y restaurantes. Situado en la Av Mayo entre 9 de Julio y el Congreso y rodeado de restaurantes con nombres como Asturias o España, donde siguen ofreciendo fabadas o paellas que reconozco no atreverme a probar, tiene una programación casi estable de obras de clásicos españoles y de zarzuela. En una bocacalle próxima existían dos cafeterías , una repubicana y otra monárquica, que durante los años 30 se convirtieron en premonitorios escenarios de peleas entre los dos bandos.

Bueno, volvamos al Tango. El Teatro Avenida acogía el programa musicalmente más ambicioso del festival: la recuperación de obras y arreglos de orquestas emblemáticas algo olvidadas, entre ellas las de un Troilo primigenio, la orquesta de cuerdas de Piazzolla que cambió el tango a finales de los 50 o la Orquesta Típica Candombe de Sebastián Piana en los primeros años 40 con sus colaboraciones con Manzi. Por si esto fuera poco, un homenaje al injustamente olvidado Alberto Mastra (algún día escribiré sobre el tango en Uruguay), el regreso de Mosalini (20 años no es nada), la apertura del festival con Leopoldo Federico y la clausura con Rubén Juárez. ¡Vaya par de bandoneones!

El teatro IFT en el barrio del Once, con una programación algo menos seria y con la incomodidad de los coliseos olvidados por las reformas y el progreso; el Niceto Club, una milonga en Palermo dedicada a las nuevas tendencias del electrotango; varios centros culturales, alguno de ellos muy curiosos como el Centro Cultural del Sur en el barrio de Barracas, una casa de campo conservada en el centro de la ciudad, con sus patios y establos donde, sin que ello tenga doble lectura, se montan los espectáculos; la Casa del Tango en Almagro; la Academia Nacional del Tango, desde donde Horacio Ferrer intenta poner algo de orden en este caótico mundo sin mucho exito, la verdad,; un puñado de “Bares Notables” y el inevitable Torquato Tasso completaban la nómina de unas sedes donde se ha obrado este milagro, porque milagro es que la gente acuda a locales tan mal acondicionados.

Aunque sea salirse un poco de lo referente al Festival, voy a comentar un proyecto bonito que lleva a cabo la ciudad de Bs As, que es el de los Bares Notables. Bares, restaurantes, cafés o confiterias que han tenido importancia en la historia de la ciudad se unen en un club en el que se realizan actos literarios, tangueros o culturales en general. Como hay Bares Notables en casi todos los barrios, estos actos van recorriendo toda la ciudad. Estos locales son cada uno de su padre y de su madre, y como padres y madres los hay de muchos tipos (limpios, sucios, aseados, viejos, abandonados...) así son sus retoños. Los hay muy cuidados y repletos de japoneses, como el Tortoni; lo mismo pero sin japoneses, como Las Violetas; algo menos pomposos, como 36 Billares; con ambiente progre como Clásica y Moderna; y cutres a más no poder, como Los Galgos o mi preferido, el Bar de Roberto, donde las sillas pierden la espuma por las rajas del skay y hay botellas que tienen más mugre encima que líquido dentro, eso por no hablar de los servicios, que son de esos en los que mi cuñada Pi suele perder las gafas. Tiene el Bar de Roberto una peña tanguera con un horario harto complicado y del que han salido figuras como Ardit o Chambouleyron lo que perdona el skay, la espuma, la mugre y el horario. Como se puede ver, sólo hay una cosa que une a estos locales , y es la nominación como Bar Notable, en algunos casos notablemente cutre.

Volvemos al festival, y para acabar esta primera entrada (en la próxima desgranaremos una por una las actuaciones que presencié), decir que, aparte de los espectáculos ,elfestival se completaba con conferenias, seminarios, clases de baile, muestras de dibujos y objetos, ferias de productos tangueros como libros, discos, zapatos, e incluso una representación del festival de tango de Finlandia (del que ya escribí una entrada anterior a la que remito a los que hasta aquí hayan llegado) , y un ciclo de cine en el que se constata de nuevo que Gardel, Libertad Lamarque, Hugo del Carril, Ada Falcón o Alberto Castillo (memorable película para iniciados “El tango vuelve a París” con la orquesta de Aníbal Troilo y con una interpretación de “Ninguna” por parte del "doctor" que después de cincuenta años ninguno ni ninguna ha igualado) , pudieron dedicarse a la gran pantalla porque cantaban como los ángeles, pero sólo por eso.

Y una crítica que ya he mandado tambien a la organización del festival, y que seguro que estará reposando en la papelera de la aprendiz de la secretaria de algún asistente del adjunto a la dirección. No se puede pretender que un festival sea internacional y repartir las entradas a los actos principales una semana antes en un local de Buenos Aires y sólo de forma presencial. Mucha gente (bueno, lo acepto, no tanta) entre ellos yo, no pudimos tomar un autobús en España para retirar las entradas y volver a casa a cenar. Así es que, al final, me vi obligado a “sobornar” al portero. Es lo que hay. Año tras año, y esto es un guiño a la “liberal propietaria” de este blog pasan las ediciones y siguen sin darse cuenta de que el hecho de que las entradas sean “gratuitas” provoca una sobredemanda que completa los aforos, impide que otros puedan acudir y, al final, dejan vacías las localidades de la gente que retiró las enradas “por si acaso”. Lo gratis para algunos siempre sale caro para el resto.

Y, ahora, retomando nuestro casi olvidado concurso “el Gardelín de oro” ahí va la suiguiente pregunta (y ya van quedando pocas). En el capítulo XVI del próximo premio nacional de narrativa, el libro de la propietaria del blog, se pueden leer los siguientes versos:

“¿quién te iguala por tu rango
en las canyengues quebradas del tango,
en las conquista de los corazones
si se da la ocasión?”

Sólo una pista, aunque se que con google no hace falta. Existe un quinteto de guitarras con el nombre de este tango. El que consigua decirme cuál de sus componentes ha editado un disco en solitario con la participación, entre otros, de Cristian Zárate, y el nombre de este disco, tendrá puntuación doble.


Un abrazo a mis, pocos, incondicionales.
GAVION.

4 de septiembre de 2008

LECTURAS DE VERANO

Siguiendo mi (inadecuada, lo sé) costumbre de comprar y leer libros sin ningún plan sistemático, este mes de agosto he leído "El economista camuflado" de Tim Harford y "El mundo", de Juan José Millás, premio Planeta 2007.
Primero hablaremos del Planeta, que aunque lo empecé después lo acabé antes (otra mala costumbre, la de tener varios libros a medio leer a la vez).
Ignoro qué criterios se siguen para dar el premio Planeta, pero creo que deben ser distintos a los que yo emplearía.
"El mundo" es una novela bien escrita, incluso muy bien escrita, pero le falta chispa. Quizá es que la vida del escritor no da para más y realmente es admirable cómo saca partido de sus recuerdos de la infancia (si es que realmente son recuerdos, con las novelas de ahora no se sabe nunca). Estoy siendo quizá un poco injusta, pero es que este libro tiene una característica que me fastidia mucho: el autor hace continuas referencias a otros libros que ha escrito (algo parecido me pasó con "Negra espalda del tiempo" de Javier Marias). Por cierto, que así me enteré de que había leído otra cosa de Millás, "Dos mujeres en Praga", libro del que apenas me acuerdo nada y, cuando lo he buscado y he leído el argumento en la contraportada, me ha resultado completamente nuevo ¿por qué habrá libros que se olvidan tan fácilmente y otros que, un montón de años después aún recuerdas con detalle?
Otra cosa que me llamó la atención del libro, y me sirve de paso para enlazar con "El economista camuflado" es lo que cuenta de su colegio. Aunque repite (demasiadas veces) que en su familia eran "pobres como las ratas" y eran nueve hermanos, iban al colegio de los claretianos, que, por supuesto, era privado porque en esa época no existían los conciertos. Así que no digan que si la educación fuera privada sería solo para ricos.
Tim Harford habla de economía de una manera muy amena y explica el proceso de formación de precios, la escasez, la forma de mejorar la distribución de los recursos, los problemas de falta de información en el mercado… Tim Harford es un ferviente partidario del libre mercado (como que si no lo fuera, a buenas horas habría yo comprado el libro), aunque también defiende la existencia de impuestos entre otras cosas como pago de las externalidades negativas, en vez de defender que estas se paguen a los perjudicados directamente y habla de la redistribución de la riqueza como si fuera un objetivo unánimemente aceptado.
Me ha gustado especialmente el capítulo que dedica al sistema sanitario y la solución que propone es muy interesante. También me ha gustado como explica el proceso chino de transición de economía planificada a libre mercado y por qué en la antigua URSS no está funcionando. Lo peor del libro, algunos capítulos de temas más teóricos y técnicos, un poco difíciles de entender.
Pero la principal pega que yo le pondría al libro, y que la encuentro en casi todos los libros de economía que leo, es que se centra en los "resultados", en vez de en la ética.
El libre mercado es éticamente superior porque se basa en las relaciones voluntarias entre las personas. El que además sea más eficiente es solo una "feliz coincidencia" (y ahora mismo no puedo mirar quién fue quien dijo eso).
Por eso me gusta Ayn Rand, porque lo defiende sin complejos. Por cierto que, fiel a su costumbre, Gavión me ha traído un libro suyo de Buenos Aires, esta vez "Filosofía; ¿Quién la necesita?" y, preguntando en una librería le respondieron que: "Ni en pedo trabajamos a esa señora". Lo curioso es que la librería se llamaba "Libertad".
Actualización: Acabo de terminar también "Flores en la tormenta" de Laura Kinsale. Lo compré en parte por su curiosa edición de libro-bolsa de debolsillo y en parte por que, según la contraportada es un título indispensable y una joya dentro del género de la novela romántica. No soy muy de novelas románticas, pero de vez en cuando no está mal. Aunque, la verdad, se deja leer y es entretenida, no me parece joya. Yo, la verdad, siento debilidad por Jane Austen cuyas novelas sí me parecen imprescindible. Esta está un poco por encima de Victoria Holt.
En fin, resaltaré una escena del final (y destriparé la novela, aviso). La cuáquera se queda con el duque, claro y, como es tan buena, se dedica a obras de caridad. Pero ya se sabe cómo entienden la caridad algunos. El duque insiste en que se haga más vestidos de gala, pero ella, tan austera, no quiere. Entonces le dice que piense en las pobres modistas muertas de hambre y ante sus protestas de que realmente muchas mueren de hambre de verdad, él le sugiere que les envíe dinero directamente. Y entonces ella dice:
"Mejor aún es que hables con el gobierno y aprueben una ley que les garantice el sueldo justo"
¡Anda, y parecía tonta, la cuáquera! ¿por qué gastar el dinero propio cuando se puede obligar a los demás a que lo gasten?