27 de septiembre de 2007

Vamos a contar mentiras

Cuando uno escribe un cuento o una novela, está contando mentiras. Si yo les digo: "A María le gustaba tocar el piano de su abuela", es mentira. No hay ninguna María. No hay ningún piano, ni ninguna abuela.
Y, sin embargo, muchas personas, incluida yo misma, sentirán curiosidad: ¿quién era María? ¿cuándo y dónde vivía? ¿por qué su abuela tenía un piano? ¿qué más le gustaba a María?
Un cuento o una novela nos gustan cuando nos dan respuestas. Y nos gustan más cuanto más nos sorprenden las respuestas.
Entre estas dos frases: "A María le gustaba tocar el piano de su abuela porque había estudiado en el conservatorio hasta quinto de piano y el de su abuela era de muy buena calidad" y "A María, el sonido del piano de su abuela le recordaba el primer verano en que se enamoró" gusta mucho más la segunda, porque plantea nuevas preguntas más interesantes.
Así que el escritor tiene que seguir inventando mentiras para responder preguntas basadas en mentiras anteriores.
El oficio del novelador es ir desplegando mentiras para luego irlas cerrando poco a poco de forma convincente y estimulante.
No es poca cosa.

3 comentarios:

cerrillo0 dijo...

Enhorabuena, zuppi.
Después de ver lo de tu novela, no tengo perdón de Dios por no terminar un relato breve de ¡dos folios!
Ánimo, y gracias por dárselo a los demás con tu ejemplo.

Zuppi dijo...

¡Hola, cerrilloO!
A veces es más difícil un relato corto que una novela...
De todas formas, como eres el primero que escribe comentarios en mi blog, te mereces un premio: si compras "La Vidriera Irrespetuosa", te la dedicaré ;D

cerrillo0 dijo...

Gracias.
Esta misma tarde la he encargado.
Cuando me llegue, ya quedaremos para una cervecita (somos de la misma ciudad), y si para entonces he conseguido acabar el relato, lo tendrás firmado, rubricado y dedicado.