14 de noviembre de 2009

GEOGRAFIA TANGUERA XXVII- Tango y Gardel, pornografía sentimental

Zuppi me abruma con 4 ó 5 entradas seguidas fruto, según dice ella, de su incapacidad laboral transitoria. No terminan de convencerme sus razones porque la incapacidad laboral mía es, aunque velada, permanente y eso debería proporcionarme un caudal creativo similar al del Paraná. A las pruebas me remito, esto no es así.






Sin embargo no es Zuppi, sino Estrella Morente, quien me empuja a lanzarme a este suicidio, a esta impúdica exhibición de pornogrfía sentimental, porque esto, y no otra cosa, es para un amante del tango hablar de Gardel. Aún siento el sabor a vómito que me produjo escuchar ayer su versión del tango de Gardel y Lepera “Volver”, tango que interpreta la mema de Penélope Cruz en la no menos mema película del echado a perder Almodovar (¿dónde está el Almodovar de “La ley del deseo”?). “Esto merece una pronta restitución” me dije. Busqué a Sábato, a Borges, a Cortázar o a Gómez de la Serna pero no encontré a ninguno, así pues no me queda más remedio que desnudarme yo solo.













Se acerca el 11 DE DICIEMBRE que se declaró hace unos años como DÍA MUNDIAL DEL TANGO. Dos grandes acontecimientos planetarios se produjeron esa fecha, aunque con diez años de diferencia, mucho antes de que naciera Pajín. El que nos ocupa es el siguiente: el 11 de diciembre de 1890, a las dos de la madrugada, en el hopital de la Grave, número 78 de la rue Reclusane de Toulouse, DªBertha Gardes, hija de un humilde sombrerero de Toulouse y soltera a más señas, da a luz a un niño con nombre y apellidos, Charles Romualdo Gardes : CARLOS GARDEL.

Aficionado al tango como soy no puedo hablar de Gardel sin sentirme como en un terremoto en Kobe. En mi cabeza copulan excitadas vidalas, estilos y payadas, minas y grelas, otarios, bacanes, guardia vieja y guardia nueva, orquestas típicas, tango-canción, sinfonismos, cortes y quebradas, Troilo, Piazzolla y PERÓN (“no se puede convencer a este pueblo si uno no tiene la sonrisa de Gardel”)

Gardel es para los tangueros como el cielo para la Madre Teresa de Calcuta, como el embuste para Zapatero, como Belcebú para Aído, como el limbo para Rajoy o como el robo para Teddy Bautista, es decir, guía, faro y destino. No creo que haya nadie tan intrínseca y obsesivamente unido a su obra como Gardel y el Tango. “Gardel no es el mejor cantante de tangos, Gardel es el Tango” decía Gómez de la Serna, amante y conocedor del tango aunque extranjero, como Magaldi, como Corsini o como el propio Gardel.

A principios del 1893 DªBertha y el pequeño embarcan en Burdeos a bordo del paquebote “Don Pedro” con destino a Buenos Aires, a donde llegan el día 9 de Marzo. Carlos Gardel nace en Buenos Aires a los dos años de edad procedente de no se sabe bién dónde. Ni falta que hace. Se crió en el barrio del Abasto, donde ya he dicho alguna vez que se encuentran dos de los lugares en los que más a gusto me encuentro oyendo tangos, La Vaca Profana y el Club Atlético Fernández Fierro, y allí no se hablaba francés, sino español y cocoliche, jerga usada por los inmigrantes italianos y que estaba muy presente en en los sainetes del teatro popular. Zanjamos así el asunto de su nacionalidad. Argentino, uruguayo, francés o por qué no, más catalán que el propio Colón. Y si uno no es de donde nace, sino de dónde paga impuestos (o de dónde se los roban, para ser coherente con este blog) podría ser incluso norteamericano. Esto pertenece al mito, y está bien que así sea.










Por aquel entonces, la música popular dominante era la criolla. Vidalas, cielitos, estilos... y el formato más popular era el del payador. Los payadores, herederos de una tradición española e italiana, se dedicaban a ir de pueblo en pueblo cantando y retando a otros payadores locales. Estas discusiones, musicadas generalmente en octosílabos, eran cantadas a contrapunto, esto es uno cantaba algo y el otro tenía que responderle.

“encontrándose dos juntos
es deber de los cantores
el cantar a contrapunto”
se puede leer en el Martín Fierro.

Ahora los cantantes raperos presentan como algo innovador lo que ellos llaman “peleas de gallos”, que no es mas que otra manifestación de este mismo fenómeno. La vanguardia se encuentra en el pasado.

En los primeros años del siglo XX Buenos Aires recibe 2 millones de inmigrantes, el país cuenta con 21000 KM de vías férreas y es la cuarta renta per cápita mundial más alta, según cuenta Blasco Ibáñez en su libro de viajes “Argentina y sus grandezas”. Algunos de estos payadores (Gabino Ezeiza, Bettinoti...) dejan el campo y acuden a la ciudad. Intentan, con poco éxito, perder el olor a cuero y potro. Gardel ya canta, y no sólo en la ducha como yo, o en la intimidad como Aznar, y en el Abasto comienza a ser conocido.














Por aquel entonces Gardel compra para él y su madre la casa de la calle Jean Jaurés 735. Allí vivió Bertha, su madre (¿quién sabe si adoptiva?) hasta su muerte en 1943. La casa estuvo cerrada muchos años hasta que en 1973 el grupo “Sexteto Mayor” ( magnífico grupo que liderado por Libertella y Stazo han paseado el tango por medio mundo) la convierten en tanguería. ¡Cómo se echa de menos en el mundo tanguero a Libertella!. Precisamente estábamos Zuppi y yo en Buenos Aires celebrando el Día mundial del Tango un 10 de Diciembre de los primeros años del 2000 cuando “La orquesta Petitera” nos dió la noticia en el Tasso. Como si fuera Morrison, lo encontraron fiambre en su habitación de un hotel en París.

Actualmente, la casa de Jean Jaurés se puede visitar por estar abierta al público como Casa-Museo de Carlos Gardel. La muestra que allí se exibe se queda algo corta, pero no deja de ser un lugar de culto para los tangófilos. Muy cerca de aquí se encuentra un lugar muy conocido en los circuitos tangueros turísticos: La esquina Carlos Gardel. Una tanguería “for export”con espectáculos muy bien montados aunque carentes de alma y a precio de turista. En fin, es lo que les gusta a los autobuses de japos que lo frecuenta, y a algunos amigos de mis suegros. Más interesante es coincidir en la plaza de delante, y alrededor de la estatua de bronce desde donde Gardel vigila el barrio, con un concurso de aficionados que quieren dejar de serlo y que no sé realmente si seguirá existiendo. Se convocaba bajo el título de “Andá a cantarle a Gardel” que es una frase hecha equivalente en España a “no me vengas con cuentos” y donde se demuestra que si bien casi todo el mundo que llega es porque vale, ni mucho menos todos los que valen llegan.

Bueno, vuelvo a la historia, que esta entrada es una biografía, no un libro de viajes.
Gardel ya establecido y conocido en su barrio frecuenta el Café de los Angelitos. Tambien de ese lugar es “cafeligrés”(afortunado palabro inventado por Antonio Pau, del que recomiendo su entretenido libro “Música y poesía del tango” de la editorial Trotta, una de mis fuentes de inspiración) el payador Bettinoti que le pone el sobrenombre de “Zorzal Criollo”, y que organiza un encuentro entre Gardel y un músico uruguayo tambien con cierto renombre, Razzano. El encuentro se produce en la casa que el pianista Gigerra tenía en la Calle Guardia Vieja. Al menos eso dicen las crónicas aunque yo no me creo que en una época en la que no había surgido la Guardia Nueva (que es de los años 20) existiera ese nombre, al igual que la Gran Guerra no se pudo llamar I Guerra Mundial hasta que no tuvo lugar la segunda.


El caso es que acaba de nacer el dúo GARDEL-RAZZANO , que transitó la escena popular durante quince años, y que es en sí mismo una pequeña metáfora de la gran historia del tango. Terminó musicalmente allá por el año 25, tanto por el agotamiento de la garganta de Razzano como por el imparable ascenso de la estrella de Gardel, aunque siguieron siendo socios hasta que el año 1933 rompieron definitivamente por agrias discusiones económicas. Al principio se dedican a los estilos y aires criollos y van afianzando su fama hasta que en el año 1913 se produce su inesperado debú en el selecto cabaré “Armenonville”, émulo del que por esas féchas existía en el Bois de Boulogne de París y al que Juan Maglio le dedicó un famoso tango. El éxito fué inmediato y durante más de diez años estuvieron en la cresta de la ola convirtiendose en los cantantes populares de la clase alta y de las personalidades extranjeras que visitaban Buenos Aires, incluidas las coronas británica e italiana. Famosa es la anécdota de un Eduardo de Windsor, curda de gin y semillón, acompañándolos entusiasmado armado con un ukelele.

Durante la segunda década del 900 se produce se produce en la música popular rioplatense un hecho fruto del cambio social que revoluciona la ciudad. Entra en escena una nueva generación de músicos, algunos de ellos ya 2ª ó 3ª generación de inmigrantes, con una preparación musical académica y libres ya del complejo de extranjero. Surge lo que se dio por llamar “Guardia Nueva” y cuyo principal representante es Julio de Caro. Julio de Caro también había nacido un 11 de Diciembre, y este es el otro gran acontecimiento que hace de ese día el elegido como Dia Mundial del Tango. La nueva ciudad, la nueva sociedad, buscaba una expresión musical propia que la distinguiera del campo, del gaucho y de lo criollo. De Caro abre el camino y el Zorzal, que es un tipo listo para el negocio del espectáculo, se da cuenta de que el Tango debe ser ese estilo propio de la nueva realidad sociodemográfica de un Buenos Aires efervescente.

Ese mismo cambio que se produce en el universo musical del Rio de la Plata se produce a pequeña escala en el dúo Gardel-Razzano. Entre el año 17 y el 25 el dúo graba 305 temas de los cuales 74 son a dúo, sólo 6 en solitario por Razzano y 228 (entre ellos unos 150 tangos) por Gardel. Sin contar los 13 que graba en Barcelona aunque, desgraciadamente para el tripartito, todos en español. La importancia de Gardel y del Tango en la producción del dúo es tambien fiel reflejo del cambio musical reinante.

La elección del año 1917 no es casual. Se producen ese año dos circustancias cruciales en la historia del Zorzal, y por tanto del Tango. La primera es el estreno cinematográfico de Gardel. El título de esta película es “FLOR DE DURAZNO”, una película ¡¡MUDA!!, lo que da prueba de la enorme popularidad de la que ya gozaba en esa época. Porque ni el Método del Actor's Studio, ni el distanciamiento Brechtiano habían colonizado al Zorzal, que actuar, lo que se dice actuar, actuaba de pena. Si encima no se le podía oir cantar, ya me dirán ustedes. Por cierto, el apodo de “el mudo” era otro de los que se usaban con Gardel. La importancia de esta faceta actoral se verá diez años más tarde, cuando reinicie, consciente del potencial propagandistico de la gran pantalla, una carrera cinematográfica que llevará al estrellato mundial tanto al “Mudo” como al Tango.
El segundo hecho es fundamental en la historia del tango, el estreno en el teatro Empire en la esquina de Corrientes y Maipú (o en el Esmeralda, actual Maipo según otras fuentes), en pleno centro bonaerense, del tango “MI NOCHE TRISTE”. Este tema es el resultado de poemizar con una letra del bardo Pascual Contursi la musica del tango “LITA” compuesto por Castriota unos años antes. Este tema y esta fecha establecen el origen del denominado “Tango-canción”, esto es, una historia literaria contada en un lunfardo que empezaba a ser seña de identidad porteña, con una nueva melodía que irrumpía con fuerza entra los estilos camperos.
Gardel la grabó en 1917 aunque la versión más conocida es la que regrabó con sus guitarras el año 1930. Era muy difícil encontrar la versión del 17, pero... ¡Oh, bendita internet! ¡Abajo el canon, muera la SGAE! Si pinchais aquí podréis oirla.

Poco a poco el dúo Gardel-Razzano va perdiendo criollismo y ganando tangueidad, paralelamente al despegue de Gardel y al ocaso de Razzano, algo mayor y con menos encanto popular que el Morocho. Continuaron juntos hasta 1925, fecha en que la garganta de Razzano no quiso más. Aún les dio tiempo en 1923 de hacer su primera gira europea, realmente española, junto su guitarrista José Ricardo. Como dúo compusieron muchos aires criollos pero pocos tangos, aunque entre ellos se encuentre “Mano a mano”, que es probablemente el tango culpable de que yo me encuentre atrapado en esta chaladura:

“nada debo agradecerte, mano a mano hemos quedado
no me importa lo que has hecho, lo que hacés o lo que harás
los favores recibidos creo habértelos pagado
y si alguna deuda chica, sin querer, se me ha olvidado
en la cuenta del otario que tenés, se la cargás
.
.
Y mañana cuando seas descolado mueble viejo
y no tengas esperanzas en tu pobre corazón
si precisás una ayuda, si te hace falta un consejo
acordate de este amigo que ha de jugarse el pellejo
pa'ayudarte en lo que sea, cuando llegue la ocasión”






Mucha, mucha gente ha cantado este tema, y todos imitando a Gardel. Porque esa es otra de la muestra de su grandeza: a Gardel no se le versiona porque no puede haber nada que lo supere, a Gardel se le imita hasta donde se pueda llegar, y cuantos más le imitan, más razón tenemos todos aquellos que pensamos que “Este Carlitos cada día canta mejor”.
Un abrazo a mis incondicionales
GAVION

2 comentarios:

Manci dijo...

"Gardel es el Tango” decía Gómez de la Serna, amante y conocedor del tango aunque extranjero, como Magaldi, como Corsini o como el propio Gardel".

¿Magaldi era extranjero?

Roberto Mancini

Gavión dijo...

El señor Mancini me recrimina, con razón, el error de decir que Magaldi era extranjero. Eso me pasa por no releer bien lo que escribo. MAIDA, quería decir MAIDA, no Magaldi,pero se me fueron los dedos.
De todas formas, no sabe lo que me alegraría que fuese el único fallo.
Señor Mancini, ¿también es usted Santafecino?.Bienvenido al blog y espero que le guste.
GAVION