
Estoy leyendo “Entre Limones”, de Chris Stewart, un curioso personaje que ha acabado viviendo en un cortijo perdido de las Alpujarras después de dar tumbos por medio mundo y que está ahora en las listas de más vendidos en España.
Es un libro divertido y en la solapa lo comparan con “La tesis de Nancy”, de Sender. A mí me está recordando también a la trilogía de Gerald Durrell sobre Corfú: “Mi familia y otros animales”, “Bichos y demás parientes” y “El jardín de los dioses”, aunque no la alcanza ni de lejos, a mi entender.
Es cierto que desde “Las cartas marruecas”, a los españoles nos gustan los libros que describen cómo nos ven los extranjeros. Se nos hincha el orgullo patrio cuando leemos cómo los extranjeros se sienten tan cautivados por España y nos divierte ver cómo les resultan extravagantes costumbres que tienen aquí profundas raíces. Así que no me extraña nada el éxito de este libro.
Sin embargo, quiero recordar aquí el mejor libro que yo he leído sobre la vida de un extranjero (extranjera, en este caso) en España.
Es un libro divertido y en la solapa lo comparan con “La tesis de Nancy”, de Sender. A mí me está recordando también a la trilogía de Gerald Durrell sobre Corfú: “Mi familia y otros animales”, “Bichos y demás parientes” y “El jardín de los dioses”, aunque no la alcanza ni de lejos, a mi entender.
Es cierto que desde “Las cartas marruecas”, a los españoles nos gustan los libros que describen cómo nos ven los extranjeros. Se nos hincha el orgullo patrio cuando leemos cómo los extranjeros se sienten tan cautivados por España y nos divierte ver cómo les resultan extravagantes costumbres que tienen aquí profundas raíces. Así que no me extraña nada el éxito de este libro.
Sin embargo, quiero recordar aquí el mejor libro que yo he leído sobre la vida de un extranjero (extranjera, en este caso) en España.

Me refiero al divertidísimo libro “Two middle-aged ladies in Andalusia”, de Penelope Chetwode.
La autora, mujer de John Betjeman, un famoso poeta inglés, recorre la Andalucía profunda a lomos de La Marquesa, una yegua de doce años (la otra dama de mediana edad) a principios de los años sesenta. Ella es una inglesa recién convertida al catolicismo encantada de recorrer la tierra de María Santísima y dispuesta a entablar discusiones teológicas con curas rurales que no saben ni inglés ni teología.
Descubrí este libro hace diecisiete años durante un curso que hice en la Universidad de Kingston Upon Hull. Una de las profesoras (Hillary o Felicity o algo así) me prestó su propio ejemplar y creo que ha sido el libro que más me ha costado devolver.
Años después, cuando se generalizó el bendito Internet encontré la referencia de una edición de John Murray Travel Classics, lo encargué y lo conseguí.

Ignoro si hay traducción al español, pero recomiendo vivamente leerlo en su versión original, llena de palabras en español en cursiva.
Os dejo un parrafito:
The technique of using stable sanitation successfully and without undue strip on the nerves is as follows: when you want to enter the stable to attend to your horse, you open the door with a smile on your face, switch on the Light and advance towards the animal, welcoming any help from your landlord or fellow-guest which may be offered. When, however, you wish to enter it for the other purpose you go towards the door with a look of grim determination upon your face, do not turn on the light, and slam the door hard behind you. Should you hear a giant pee-ing close by, it is almost certain to be a mule or donkey: and when your eyes, growing used to the dim light, discern the figure of your landlady squatting in a corner, the custom is for both of you to roar with laughter as if this clandestine meeting were the most natural thing in the world, which indeed it is.
Y, por cierto, si Chris Stewart estuviera tan integrado en la vida granadina, no hubiera dejado que su libro se llamara “Entre limones” sin haber añadido “…y dos piedras”