4 de septiembre de 2008

LECTURAS DE VERANO

Siguiendo mi (inadecuada, lo sé) costumbre de comprar y leer libros sin ningún plan sistemático, este mes de agosto he leído "El economista camuflado" de Tim Harford y "El mundo", de Juan José Millás, premio Planeta 2007.
Primero hablaremos del Planeta, que aunque lo empecé después lo acabé antes (otra mala costumbre, la de tener varios libros a medio leer a la vez).
Ignoro qué criterios se siguen para dar el premio Planeta, pero creo que deben ser distintos a los que yo emplearía.
"El mundo" es una novela bien escrita, incluso muy bien escrita, pero le falta chispa. Quizá es que la vida del escritor no da para más y realmente es admirable cómo saca partido de sus recuerdos de la infancia (si es que realmente son recuerdos, con las novelas de ahora no se sabe nunca). Estoy siendo quizá un poco injusta, pero es que este libro tiene una característica que me fastidia mucho: el autor hace continuas referencias a otros libros que ha escrito (algo parecido me pasó con "Negra espalda del tiempo" de Javier Marias). Por cierto, que así me enteré de que había leído otra cosa de Millás, "Dos mujeres en Praga", libro del que apenas me acuerdo nada y, cuando lo he buscado y he leído el argumento en la contraportada, me ha resultado completamente nuevo ¿por qué habrá libros que se olvidan tan fácilmente y otros que, un montón de años después aún recuerdas con detalle?
Otra cosa que me llamó la atención del libro, y me sirve de paso para enlazar con "El economista camuflado" es lo que cuenta de su colegio. Aunque repite (demasiadas veces) que en su familia eran "pobres como las ratas" y eran nueve hermanos, iban al colegio de los claretianos, que, por supuesto, era privado porque en esa época no existían los conciertos. Así que no digan que si la educación fuera privada sería solo para ricos.
Tim Harford habla de economía de una manera muy amena y explica el proceso de formación de precios, la escasez, la forma de mejorar la distribución de los recursos, los problemas de falta de información en el mercado… Tim Harford es un ferviente partidario del libre mercado (como que si no lo fuera, a buenas horas habría yo comprado el libro), aunque también defiende la existencia de impuestos entre otras cosas como pago de las externalidades negativas, en vez de defender que estas se paguen a los perjudicados directamente y habla de la redistribución de la riqueza como si fuera un objetivo unánimemente aceptado.
Me ha gustado especialmente el capítulo que dedica al sistema sanitario y la solución que propone es muy interesante. También me ha gustado como explica el proceso chino de transición de economía planificada a libre mercado y por qué en la antigua URSS no está funcionando. Lo peor del libro, algunos capítulos de temas más teóricos y técnicos, un poco difíciles de entender.
Pero la principal pega que yo le pondría al libro, y que la encuentro en casi todos los libros de economía que leo, es que se centra en los "resultados", en vez de en la ética.
El libre mercado es éticamente superior porque se basa en las relaciones voluntarias entre las personas. El que además sea más eficiente es solo una "feliz coincidencia" (y ahora mismo no puedo mirar quién fue quien dijo eso).
Por eso me gusta Ayn Rand, porque lo defiende sin complejos. Por cierto que, fiel a su costumbre, Gavión me ha traído un libro suyo de Buenos Aires, esta vez "Filosofía; ¿Quién la necesita?" y, preguntando en una librería le respondieron que: "Ni en pedo trabajamos a esa señora". Lo curioso es que la librería se llamaba "Libertad".
Actualización: Acabo de terminar también "Flores en la tormenta" de Laura Kinsale. Lo compré en parte por su curiosa edición de libro-bolsa de debolsillo y en parte por que, según la contraportada es un título indispensable y una joya dentro del género de la novela romántica. No soy muy de novelas románticas, pero de vez en cuando no está mal. Aunque, la verdad, se deja leer y es entretenida, no me parece joya. Yo, la verdad, siento debilidad por Jane Austen cuyas novelas sí me parecen imprescindible. Esta está un poco por encima de Victoria Holt.
En fin, resaltaré una escena del final (y destriparé la novela, aviso). La cuáquera se queda con el duque, claro y, como es tan buena, se dedica a obras de caridad. Pero ya se sabe cómo entienden la caridad algunos. El duque insiste en que se haga más vestidos de gala, pero ella, tan austera, no quiere. Entonces le dice que piense en las pobres modistas muertas de hambre y ante sus protestas de que realmente muchas mueren de hambre de verdad, él le sugiere que les envíe dinero directamente. Y entonces ella dice:
"Mejor aún es que hables con el gobierno y aprueben una ley que les garantice el sueldo justo"
¡Anda, y parecía tonta, la cuáquera! ¿por qué gastar el dinero propio cuando se puede obligar a los demás a que lo gasten?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi querida Zuppi:

Adoro y admiro tu interés excelso por los diversos géneros literarios, pero con tus opiniones sobre la economía que nos rodea, tengo mis reservas.

El libre mercado es (sería) bueno si de verdad fuera libre. Pero la realidad, y muchos estudios, nos demuestran lo contrario. Si te interesa el tema, te recomiendo "Las trampas del deseo" de Dan Arieli en el que analiza de forma bastante científica lo poco libres que somos los que nos movemos en el mercado. La realidad tampoco es muy esperanzadora: batallones de sociólogos y expertos en marketing piensan en los mecanismos mentales inconscientes de nuestros hijos para que se encaprichen con cosas inútiles, mientras que los inversores americanos huyen de la crisis inmobiliaria hacia el mercado de futuros y elevan el precio de los alimentos de los angoleños han de pagar en su mercado local... con total libertad. Esos mismos inversores también provocan que el precio de tu gasolina haya subido un 50% en un año. Pero como dices, mi querida Zuppi, tú eres libre de pagar el precio que te imponen o de ir andando.

Por favor, no entendamos el libre mercado como la alternativa al intervencionismo estatal, que la época de la dialéctica marxista está muy trasnochada. Nuestros problemas viene más por el lado de la globalización, las tecnologías de la (mala) información y el presunto calentamiento.

Un abrazo.

repta dijo...

Que tal :)

Me gusto mucho tu blog y queria ver si querias enlazar con mi blog :)

Si esta de acuerdo con estra proposicion seria grandioso si pudiera dejarme un comentario en mi web diciendo que acepta y dando los datos de su web :).

Repta
Mundobailar
www.mundobailar.blogspot.com

Zuppi dijo...

Marco: Leyendo tu comentario, me dan ganas de parafrasear a Churchill: "El libre mercado es el peor de los sistemas posibles...si exceptuamos todos lo demás".
En serio: por supuesto que para que el mercado libre funcione tiene que ser libre.
Pero yo no veo tanto problema el que citas de los sociólogos y expertos de mmarketing. Entra dentro del juego del mercado convencer a los demás de que compre nuestro producto. Podríamos entrar en enormes discusiones sobre si el libre albedrío humano es real o ilusorio pero, sea lo que sea, o jugamos a que todos somos libres o a ver quién decide quién es libre y quién no.
Piensa en tí: ¿te dejas influenciar por los sociólogos y expertos de márketing? ¿permites que tus hijos obtengan todos sus caprichos inútiles o los educas para que aprendan a elegir? Pues ¿por qué crees que los demás van a ser más tontos?
En cuanto a los precios, claro que influyen en el comportamiento (Por cierto, entre comprar gasolina e ir andando hay un abanico de opciones: ir en transporte público, en bicicleta, viajar menos, buscar un teletrabajo...), el mío y el de todos pero no voy a ser yo quien pretenda que sean los chinos los que vayan en bicicleta para que no suba el precio de la gasolina en España.
¿Y qué problemas son esos que dices que vienen de la globalización, los medios de información y el presunto calentamiento?

Zuppi dijo...

Repta:
Gracias por tu sugerencia. Me pasaré por tu blog.