13 de agosto de 2009

GEOGRAFÍA TANGUERA XXV-PASEO POR BS AS



Ya he comentado en alguna ocasión que, debido a mi trabajo, viajo mucho, demasiado. Así es que aquí me encuentro pasando una tarde en la ciudad de Atenas. Realmente digo bien, sólo una tarde porque mañana de madrugada reanudamos viaje. Hacía tiempo que no venía por aquí y he salido a cenar a una de esas típicas tabernas griegas en un rincón encantador alejado de los circuitos repletos de japos y demás gringos. Me place esta plaza, en un barrio popular, donde hay un club de billar, un garito donde puedes oir música cretense (o así la venden ellos) y dos o tres tabernas sólo algo más limpias que sus equivalentes bonaerenses. Y además se puede comer musaka, cordero al limón con berenjenas y todas esas cosas que los latinos entendemos como comida y no sólo como extravagancias para guarrear. Encima el vino es de los que calientan las barrigas. ¡Bendito mundo helénico!

Bueno, cuento esto porque a mi lado había una mesa con tres tipos griegos ya de avanzada edad hablando en ese complicado idioma en el que “pota” es bebida, “metáfora” es traslado y “polémica” es guerra(bien pensado no parace tan ajeno). Hablaban y yo no entendía ni papa y de repente pasó por delante de nuestras mesas un músico callejero de esos que van ganandose sus dracmas por las terrazas de la Plaka. Llevaba un acordeón que parecía haber conocido a Pericles, y uno de los cosos griegos le llamó y le dijo algo. El músico armó su acordeón y comenzó a sonar “Caminito”. Casi en las antípodas porteñas había un tipo de esos que en vez de buenas tardes dice “calispera” cantando a Filiberto. Y el caso es que lo hacía mejor que los turistas brasileños y chilenos que día a día lo asesinan en el Tortoni. “Tengo que volver al tajo” me dije “si alguien lanza manteca tanguera al techo debo ser yo, no un émulo de Onassis sin Jacky ni esparadrapos en los párpados.”

Dando respuesta a algunos amigos que van a aprovechar estas vacaciones para turistear por Buenos Aires, voy a hacer una corta relación de lugares tangueros que me gustan y que frecuento cuando me paseo por allí. Voy a hablar sólo de lugares de tango, que no me parece de buen gusto hablar de otros vicios. Intentaré ser escueto, cinco o seis lugares y un par de vectores para cada uno, esperando que si alguien visita alguno de ellos lo comente en esta entrada.
Empezaré por mi buque insignia que es el TORCUATO TASSO, en la calle Defensa con el Parque de Lezama. Ya he hablado otras veces de él, le dediqué una entrada entera, y sigo pensando que no hay en Buenos Aires un local con la calidad y cantidad musical de este. Hay algunos locales con actuaciones puntuales excelentes, pero el Torcuato es una garantía más de 300 días al año. Peca de impuntual, pero eso es un clásico bonaerense aplicable a todo garito que se precie. Como en casi todos los sitios se puede comer durante las actuaciones, y si la mesa no se llena las camareras la completarán con amables viejecitas que cuentan historias de Di Sarli o Fresedo al tiempo que se ríen de tu acento “gallego”.La comida ha empeorado algo y yo recomiendo llegar ya con un buen lomito en el estómago. Hay a 50 metros un par de locales donde hacen buena carne y la cerveza está fría.”El hipopótamo” y el “Bar británico” son dos lugares con mucho (demasiado) sabor donde aparte de cenar puedes encontrarte por los rincones la colilla que allí apagó Pugliese mientras componía “Negracha”.Ambos en las esquinas de Defensa con Brasil.

Otro lugar muy recomendable, aunque algo más alternativo, es el CAFF o Club Atlético Fernandez Fierro. Este es un antiguo almacén en el barrio del Abasto, cerca de la casa de Carlos Gardel. Es propiedad y sede estable de la orquesta probablemente más atípica de las que actualmente funcionan, la Orquesta Fernandez Fierro, cuyo cantante Walter “chino” Laborde posee tambien la más personal de las gargantas que vocean el tango en Buenos Aires. Repito que es un almacén y la comodidad es nula, pero la decoración, el espectáculo, la gente y el ambiente es para no perdérselo. Además lo de la comodidad depende de tí, porque si llevas una silla y la dejas allí, la entrada es gratis(o al menos así la era hasta hace poco). La Fernández Fierro toca un par de veces por semana, y algún día más hay grupos invitados todos de calidad. Exceso de rastas y humos de olores acres mezclado con niñas que engrupen a sus viejos diciéndoles que van a oir tango. Creo recordar, y esta es la excepción, que allí no se come. Solo se bebe.

Abandonamos momentaneamente el “wild side” y recorremos tres lugares muy próximos entre ellos. Les une,además de su situación, el ser pequeños y agradables, para aquellos que no quieran sobresaltos y les guste el tufillo ligeramente pijo-progre. “La biblioteca”,”Notorius” y sobre todo “Clásica y moderna” son locales con librería y disquería incluidos y que funcionan como restaurantes cuando no hay actuaciones. Alternan tangos con otras músicas aún más insoportables (jazz, bossa, canción francesa...) y con otros tipos de actividades a los que tan aficionados son los porteños, charlas de como salvar el mundo, de quiromancia, de si Dios era argentino y cosas por el estilo. El plantel de músicos que los frecuentan es estupendo. No es extraño ver a Lidia Borda, a Esteban Morgado, a Ardit o a Lina Avellaneda. Son lugares intimos y de pequeñas dimensiones, por lo que debes tener cuidado de que la orquesta no te saque un ojo con el arco del violín.

En la calle Lavalle se encuentra el “Club de amigos de la vaca profana” donde si teneis suerte podeis escuchar a Juan Vattuone. Vattuone es, a mi modo de ver, el mejor letrista actual junto con el estupendo Acho Estol (lider de La Chicana) y uno de los pocos que tienen como lengua materna el habla del arrabal. Tambien toca allí a veces Bryan Cambouleyron, gran tipo este Bryan. El garito es pequeño y la calle oscura. Justo enfrente hay un local de esos de ayuda a las parejas con problemas conyugales que reza en su cartel publicitario: “ A LA FAMILIA POR EL TANGO”. Ya ven, justo al contrario de lo que pasa con la mía.

Volvemos de nuevo a lo cutre. Es este un lugar que haría las delicias de los arqueologos más exigentes por la cantidad de estratos de polvo acumulados. Un lugar con muchos sabores, y donde las botellas de las estanterías tienen mas interés histórico que alcóholico. El “Bar de Roberto” es una peña tanguera (no es la única) donde lo bueno empieza tarde, más allá de la una de la mañana. La peña tiene un par de músicos a los que la gente les pide temas. Ellos los tocan y la concurrencia soporta los gallos del aprendiz de zorzal. Cuentan tambien con un cantante fijo que, cuando la cosa empieza a ponerse insoportable, canta dos o tres temas para reconducir la situación.
Alguno de estos meritorios son actualmente tope del escalafón tanguero, y a dos ya los he nombrado anteriormente: Ardit y Chambouleyron afinaron sus cuerdas en este lugar al que hay que ir sólo para ver el ambiente, a no ser que seas muy aficionado o muy masoca.

Para acabar este recorrido, aconsejo un paseo los domingos por la mañana por los alrededores de la Plaza Dorrego, en San Telmo. Es verdad que allí abunda el turisteo y el “papagayo-show”, pero con paciencia y sin prisas podrás ver y escuchar el la calle Defensa a la “Orquesta típica imperial” o a “Gente de tango” o a algura de las muchas orquestas de gente joven que abundan bordando el tango si prejuicios, desde la vieja guardia hasta Piazzolla. Yo he visto a Alfredo Piro cantar y a Anibal Arias tocar en la calle entre un montón de turistas que por allí buscaban en los tenderetes del mercadillo el verdadero sombrero que Gardel lucía en la barandilla del paquebote que lo trajo a España en “Tango bar”.

Como aficionado al tango, me duele no poder escribir de tres lugares donde he pasado jornadas estupendas, y que desgraciadamente ya no funcionan. El “Café Homero” , que fue propiedad del bandoneonista Rubén Juarez, donde vi cantar por primera vez en directo a Adriana Varela; el “Club del vino” de donde puedo decir lo mismo de María Volonté o de la Orquesta el Arranque y el “Teatro-bar Tuñón” donde uno podía emocionarse con Caracol cantando “El último round” y reirse en la siguiente sesión con las parodias de Ofidio della Sopa. Una pena que desaparezcan locales emblemáticos.

He hablado sólo de locales privados , dejando para otra ocasión los que dependen de alguna administración que los hay, y muchos, con estupendos espectáculos. El Centro Cultural del Sur, el de La cooperación, el Teatro Alvear, el C.C.Borges o el teatro Cervantes donde toca la orquesta de Juan de Dios Filiberto, son algunos de ellos. Tampoco de las milongas donde tan buenos ratos he pasado ni de los pequeños locales que incorporan algunas de las mejores librerías (Ganhdi, Teatro del nudo...). Ya iré hablando de ellas en próximas entradas, pero eso será cuando vuelva de vacaciones.

Todos los lugares de los que he hablado tienen página web. Espero que podais disfrutar alguno,pero recordad que aparte de otras cosas la suerte cuenta mucho, y que los gustos de cada cual, y los míos como el que más, suelen ser peculiares. Se me olvidaba comentar que si vais a pasear por Bs As este mes de Agosto tendreis la suerte de coincidir con el festival mundial de este año, del que ya he escrito en otras ocasiones y al que esta edición tendré que faltar.

De todo esto que he escrito probablemente nada sepa el griego que, en el ya lejano principio de la entrada, cantaba a Filiberto, y sin embargo ha conseguido que uno de los tangos más feos que conozco, junto con “Adios Pampa mía” y “Y todo a media luz” me emocione en una plaza perdida en esta caótica ciudad de Atenas, y tan alejada de Corrientes, Suipacha y Esmeralda.
Hoy no hay Gardelín de oro porque el anterior se ha quedado sin resolver. El que esté interesado en la carrera, que retroceda a TANGOS MACHISTAS y lo resuelva.
GAVION

1 comentario:

Monica dijo...

estoy en un hotel en buenos aires, me gustaría ir al show de tanguera, donde se sacan las entradas?