28 de marzo de 2010

GEOGRAFIA TANGUERA XXX-Grandes orquestas 2



Firpo, Greco, Canaro, Fresedo, De Caro, di Sarli,Piazzolla, Troilo, D'arienzo, Caló, Maderna, Pugliese, Francini, Pointier, De Angelis, Gobbi, Mores, Salgán... en el tango como en el cerdo, y justo lo contrario que en este gobierno, todo es bueno.













El pianista Di Sarli es continuador de esa linea bailable, amable, de orquesta milonguera que inició Fresedo. Con el peso de la función sobre la linea de violines y unos bandoneones algo retirados, y eso que contaba con excelentes fuelleros como Leopoldo Federico. El director creó un estilo propio que se llamó “sonido DiSarli”, en el que la orquesta iba tocando y el piano del maestro rellenaba huecos como dirigiendo no con la batuta, sino con las teclas del dentudo.
También en esta linea se encontraba la orquesta de De Angelis. Fué esta orquesta ejemplo de simpleza y popularidad. Estéticamente heredera de las Big Bands americanas en la posición de los instrumentos, en los atriles... y con un dúo de cantantes, Dante-Martel, sobre los que se apoyaba su éxito. Música fácil para demostrar lo difícil que es hacerlo bien, no como otros que demuestran día tras día los esfuerzos que les cuesta hacer las cosas mal. Esta orquesta era llamada “la calesita” lo que da una idea de lo cercana que la sentía el pueblo.


Otra línea más innovodora, más creativa, es la que abriera Julio de Caro. El continuador de esta linea es Osvaldo Pugliese. En diciembre de 1902 nace Osvaldo Pedro Pugliese en una familia aficionada a la música. Su padre era zapatero ( como el de las góticas) además de flautista, dos ocupaciones que siempre han ido de la mano. Sus hermanos violinistas y él, por incordiar, pianista. Con 15 añitos, cuando afortunadamente la escolarización no era obligatoria, se inicia profesionalmente en el Café de la chancha, así conocido por la mugre que atesoraba casi desde que Juan de Garay redescubriera aquellas tierras. Acompañó a Francisca Bernardo, la primera mujer( al menos eso dicen) bandoneonista de la que se tiene noticia en el tango. Se fogeó en orquestas de órdago, cuya sola enumeración produce vértigo. Firpo, Gobbi, Laurenz o Miguel Caló. Hasta que en 1939 forma su orquesta con claras raices decarianas. Fiel a sus ideas comunistas, la funda en forma de cooperativa de trabajo musical y muchos músicos de ideas parecidas se apuntan. Sin embargo, cuando con 19 años, y por tanto menor de edad, compone “Recuerdos” la inscribe a nombre de su padre, Adolfo el flautista zapatero, para proteger los capitalistas derechos intelectuales algo difusos para los menores.Poco a poco va creando su propio estilo. Un estilo musical basado en la fuerte acantuación, en un golpe sólido y viril en la armonía. Puede ser difícil entender lo que estoy escribiendo, pero es muy fácil comprenderlo oyendo su tema “La yumba”. Uno de esos hitos en la historia del tango que setenta años después de su composición sigue siendo ejemplo de modernidad. “Recuerdo” , “Negracha” o “Malandraca” son otros ejemplos de tangos que estarán a la derecha de Gardel en el infierno que nos espera. Pasan, además, por ser los verdaderos precursores del contrapunto y la síncope que cultivarán más adelante Piazzolla y Salgán. Pasaron las décadas, los 40' de oro, los 50'con su cambio de modelo, los 60' con el abandono tanguero, los infaustos 70's , los 80's en los que parecía que no había esperanza para el tango, y por fín los 90's con el inicio de la recuperación de la música popular. Y por todas ellas, con más o menos éxito, anduvo Pugliese llevando el tango incluso al Colon, templo de la música y el baile culto de la Ciudad de Buenos Aires. Hasta que en 1994 echó el cierre.

Este estilo tanguero lo transitó también, y lo llevó a sus más altas cotas la figura cumbre, a mi modo de ver, de la historia del tango, Astor Piazzolla. Ya se que este es un tema controvertido, algo parecido a la discusión del sexo de los ángeles , a si es mejor Elvis o Los Beatles o a si preferimos la tetolatría sajona a la culolatría latina. Pero el tiempo lo pone todo en su lugar, y después del terremoto que supuso la revolución Piazzolliana empieza a aceptarse como un hecho la superioridad de su obra. Y esa aceptación es mucho mayor, yo diría que total, entre los profesionales del tango. No voy a contar nada de Piazzolla ahora, porque tengo otra entrada a medio acabar sobre el genio y amenazo con publicarla próximamente. Pugliese que comentaba que Piazzolla tenía que bajar el listón porque les obligaba a todos los demás a estudiar.

Piazzolla comenzó su carrera seria en la orquesta del bandoneonista Anibal Troilo “Pichuco”. El Gordo, como tambien se la llamaba, es todo un icono en la historia del tango. Con 10 años convence a su madre de que le compre un bandoneón. Podrían ser los 140 pesos mejor invertidos de la historia si no fuera porque el comerciante que se lo vendió murió al cuarto plazo de diez pesos mensuales, y sus deudos no le reclamaron el resto del instrumento que lo acompañó hasta que un 18 de mayo de 1975 “se le cayó de las manos”. Este es otro que a los doce años integraba una orquesta de señoritas (¡qué empeño!) que tuvo que abandonar poco después por razones capilarmente obvias.Después de un clásico periodo de aprendizaje en otras orquestas, el primero de julio de 1937 presenta conjunto propio en el “Marabú” bonaerense. Troilo,”el bandoneón mayor de Buenos Aires” formó una orquesta a medio camino entre las dos corrientes anteriores. Se rodeó de grandes músicos y, sobre todo, de excelentes cantantes. Castillo, Rivero, Fiorentino o Goyeneche prestaron sus personales gargantas a esta orquesta. Era una orquesta elegante, sin estridencias pero con guiños al tango algo más elaborado. Pichuco era, además, un excelente compositor y musicó letras de los más grandes poetas del tango. “Sur”, “la última curda” o “garúa” son tangos de una fuerte carga emocional que precisaban de un músico fuera de lo normal para no desmerecer. La predilección del Troilo por sus cantores está fuera de toda duda. Siempre buscó voces con personalidad y es famosa la forma su teoría de que un cantante de tangos debía contar tangos, que para cantarlos ya estaba la orquesta. El cariño y respeto que sentía por sus cantantes distaba mucho del desprecio de otros directores para los que los vocalistas eran un mal necesario. Otro puntal de la orquesta de Troilo era el piano del maestro Orlando Goñi. Goñi se convierte en la antítesis del piano hasta ese momento y su renovación es comúnmente aceptada como el inicio del piano moderno en el tango , un piano que abandona el ritmo para centrarse en conducir la armonía. Todos sus pianistas eran excelentes y triunfaron posteriormente con grupos propios, Goñi, Basso, Colángeno... Troilo, Pichuco, el gordo, el zurdo... muchas formas de llamar a un músico irrepetible con fama, parece que cierta, de hombre bonachón y tranquilo. A mí siempre me ha caido bien Pichuco, un tío que compone para Manzi, para Cátulo Castillo, para Cadícamo o para Jose María Contursi no puede caer mal a ningún tanguero de bien, pero es que además me recuerda a mi suegro, y eso, lejos de lo que parecería normal, me resulta simpático.También cultivo el teatro y, sobre todo, el cine, con folletines malos que el no escribía pero que su presencia dignificaba. “Los tres berretines” (tango, turf y futbol), “Mi noche triste”, y sobre todo “El tango vuelve a París” con una interpretación de Alberto Castillo del tango “Ninguna” que debería exponerse en el Louvre, son algunas de las pelis en las que actuó la orquesta. Sus discusiones con Piazzolla en la época en que Astor se encargaba de los arreglos orquestales acabaron con la separación de dos genios, pero Troilo era el primero en saber que si Piazzolla quería convulsionar el tango debía volar solo. La gratitud y la admiración que se tenían mutuamente se vió reflejada en unos temas que grabaron a dúo muchos años después así como en el detalle de que la viuda de Troilo, Lita, regaló a Astor el bandoneón de su marido cuando este murió.





Aún podíamos hablar de otra corriente dentro de las orquestaciones de los cuarente y cincuenta. Es la linea que abrió Canaro, y cuyo principal continuador es Mariano Mores.Mores es, porque aún vive, un tío listo, buen músico y que se sabe sacar provecho, en fin, todo espectáculo. En 1937 , por mediación de Sciamarella para quien compuso “Amor, dinero y salud” (increíble ¿verdad?) conoce a Ivo Pelay, y este lo enchufa en la orquesta, bueno, en una de ellas, de Francisco Canaro, con quien comparte la visión del negocio. Con la lección bien aprendida forma orquesta propia. Mores, compositor de temas como Uno, Gricel o Cafetín de Buenos Aires, eleva el número de componentes de la orquesta y le añade instrumentos y timbres nuevos dentro de un concepto de orquesta espectáculo con luces, bailarines y todo lo que haga del tango un show con él de maestro de ceremonias.Si alguien de mis lectores ha tenido la ocasión de ver el montaje del espectáculo “Tanguera” entenderá de lo que hablo. Compuso sus mejores temas con letras de Jose María Contursi(“Cristal”, “Gricel”, o “En esta tarde gris”) y de Discépolo (“Cafetín de Buenos Aires” o “Uno”). Discépolo decía de él:”Pibe, a partir de ahora ya no escribo mis músicas, para eso estás vos”.Yo tuve la suerte de ver junto con mi viejo un espectáculo inaugural del festival mundial de hace unos años en la bonaerense rosaleda de Palermo y puedo decir que esto era así. Espectáculo puro y eso que el maestro empezaba a estar algo momificado. Y no me extraña, teniendo en cuenta que empezó con su orquesta, la “Orquesta lírica popular” a finales de los cuarenta, aunque por su excesiva simpatía peronista fué castigado en algunas ocasiones.
A mediados de los 50' se agota el modelo y aunque no desaparecen las orquestas estas reducen mucho el número de musicantes. Horacio Salgán o Piazzolla mantienen orquestas antes de entrar en las oscuras décadas de los 60'y 70', pero ya no será lo mismo. La suerte de las grandes orquestas estaba echada y, aunque actualmente hay un resurgimiento de orquestas de corte clásico e incluso de cantantes con orquesta como en los últimos trabajos de Guillermo Fernández o de Ariel Ardit, la época de oro terminó junto con ellas.
Ahora una reseña que le debo a una cantante de la que ya he hablado alguna vez: Cecilia Bonardi, a quien tuve la ocasión de volver a oir en el festival de tango de Torrejón de Ardoz. Me recriminó, amistosamente, que me metiera con la interpretación de un par de temas que cantó en el pasado festival de Granada. Oido, pero los otros ocho o diez los alabé, como también lo hago con la actuación de Torrejón. En cualquier caso, Cecilia, nos vemos el mes que viene en Buenos Aires como ya quedamos el otro día.
Un abrazo a mis incondicionales. GAVION.

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