Como siempre que voy, termino husmeando en los montones de
libros en oferta a ver si alguno llama mi atención. Entre recetas de cocina
japonesa, literatura romántica, novelas histórico-místicas (¡¡cuánto mal
hiciste, Código da Vinci!!), libros sobre nazis, historias familiares escritas
por mujeres, casi siempre termino
llevándome alguno a casa y me acaba decepcionando. Un libro que me aburre o me
entristece. O me enfurece.
Así que cogí ÁNGELES DE PIEDRA de Stuart Archer Cohen sin
mucha esperanza, la verdad. Lo escogí, porque la acción se desarrolla en Buenos
Aires, principalmente. Ya saben los lectores de este blog de la debilidad por
esa ciudad que tenemos.
Empecé a hojearlo y me gustaron las primeras páginas. Los
personajes tienen peso, la historia
tiene intriga, la traducción (de Juan Lacart) es cuidadosa, cosa importante
cuando se trata de una novela ambientada en una ciudad con una variante idiomática
tan peculiar. Tuve que dejarlo y ayer volví a cogerlo.
En resumen: hacía muchísimo tiempo que un libro no me tenía
despierta hasta las dos de la mañana y,
al día siguiente, sin arreglar hasta la una de la tarde, en que, por fin, lo
terminé.
Es una novela negra. Novela negra clásica, llena de policías
corruptos, políticos coimeros, traficantes de poca monta, bares infectos,
mujeres cínicas, asesinos a sangre fría,
jueces sobornables y con unos cuantos personajes que quieren ser honestos pero
lo consiguen solo a veces. Donde el asesino es el menos malo y todos tratan de
engañar a todos los demás para que no los engañen a ellos. Donde, como dice un
párrafo, “ellos mentían y él también. Todos lo sabían y nadie decía nada”.
Donde muere mucha gente de muy mala forma.
Claro, tiene algunos peros. La trama flojea en algunos
puntos. El sesgo político aparece aquí y allá (tan habitual ya que ni siquiera
llama la atención: “Los derechos humanos le interesan sólo a la izquierda”,
dice el protagonista en una ocasión), se critica la globalización y a los
americanos… en fin, lo típico. Para ser justos también se critica a los
guerrilleros comunistas (porque acabaron perdiendo su idealismo o porque
huyeron).
Pero el balance general es, como digo, muy positivo y Buenos
Aires aparece como un personaje más de la novela y el tango es un telón de
fondo omnipresente.
Por cierto, que el título se debe a un bulín de tango, “17 Ángeles
de Piedra” donde acude el protagonista a menudo. Tengo que preguntarle a Gavión
si ha estado alguna vez…
Dejo para otro momento los libros que he leído últimamente y que no han conseguido engancharme...
2 comentarios:
Tomo nota, gracias.
Un saludo.
Y además muy barato, oiga.
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